Una de mis pasiones es el mundo del ferrocarril. Intento evocar e investigar su pasado y cuando puedo disfruto de su presente. Mi madre es natural de Peñarroya y los veranos de mi infancia transcurrieron por sus calles y campos, a la sombra de las ruinas de la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya y cautivado por su mitología.

domingo, 30 de junio de 2013

Javier Aranguren

            La semana que termina comenzó con la triste noticia del fallecimiento de Javier Aranguren. Además de un gran aficionado al ferrocarril, ha sido autor de artículos y monografías que son un referente para quienes pretendemos investigar y divulgar el mundo del ferrocarril.
            Nació en Madrid en mayo de 1944 y se doctoró en Ciencias Económicas en 1970 por la Universidad de Madrid. Entre otros cargos, en el mundo del ferrocarril, fue Presidente de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid y Vicepresidente de la Federación Española de Amigos del Ferrocarril.
            A la hora de investigar y arrojar luz sobre la historia del ferrocarril y la industria es fundamental el trabajo previo aportado por otros. En la mayoría de los casos no se trata de inventar nada o gestar grandes actos de genialidad. Sino de contrastar y estudiar la obra de otros. Y es en esto donde Javier Aranguren ha realizado una labor incalculable a través de sus monografías sobre el ferrocarril español. Dentro de la gran oscuridad documental que rodea la historia de los ferrocarriles que fueron creados o tuvieron que ver con la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya, el libro Automotores Españoles, 1906-1991 es imprescindible. Sin él yo no hubiera podido redactar la entrada más visitada de este blog; “Los Billard de Peñarroya”. Dicho trabajo no es más que un resumen de los datos e imágenes aportados por Javier Aranguren sobre los automotores Billard. Es más, el hecho de que permitiese la reproducción de textos e imágenes con la condición de mencionar la fuente, me permitió poder llevarlo a cabo. Por tanto, le estoy muy agradecido.

            A Javier Aranguren le conocí en el Ferrocarril de las Delicias, gestionado por el Círculo Madrileño Ferroviario, una mañana de sábado de hace un montón de años. Yo debía de tener 16 años. Apenas conversamos, ya que estuvo poco tiempo y nunca más volví a coincidir con él. Admiro la realización personal y profesional que se consigue a través del esfuerzo y dedicación personal. Y que no pasa por el uso de mentiras, aprovecharse de la debilidad física, mental y moral de los demás, además de su trabajo e ilusión. Y hasta el momento no me consta que Javier Aranguren haya dedicado su vida a estos menesteres. Si es una figura en el mundo de la historia ferroviaria en España, estoy convencido que es por las horas, horas y más horas de esfuerzo y concentración que hay detrás de sus obras. Tampoco debió ser un santo, como creo que ninguno lo somos. Hay que evitar beatificar a las grandes figuras, algo que en España solemos realizar con mucha inercia y frecuencia. Descanse en paz. 


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